11/7/09

Así relata El Inventario la muerte de Isis Murillo

Crónica de una manifestación pacífica en luto


La manifestación en contra del Golpe de Estado y que recibiría a Manuel Zelaya Rosales en el aeropuerto internacional de Toncontín, transcurría pacíficamente. No se requerían camisetas blancas ni hipócritas velas encendidas para reflejar la “no violencia”.

La multitud ahí presente vitoreaba cada vez que los reporteros de Radio Globo (la única emisora que transmitió en vivo la marcha), a través de los altoparlantes, resaltaban el orden con el que los marchantes se manifestaban.

En su momento culminante, la marcha se calculó en no menos de cien mil personas. Jóvenes, familias enteras e inclusive menores de edad caminaban –y reitero- pacíficamente por la avenida que conlleva al aeropuerto. Los retenes de la policía “cedían” aparentemente con la misma serenidad del paso de la masiva aglomeración ciudadana. Por su parte, los soldados de las Fuerzas Armadas permanecían colocados estratégicamente dentro del aeropuerto y en posición de guerra vigilaban fríamente (se advirtió a la población la presencia de francotiradores). Los manifestantes sabían que su arma era marchar pacíficamente. No había ningún disturbio, hasta ese momento se observaba a pesar de la presencia de las autoridades castrenses, una relativa calma. Inclusive una mujer se le acercó a un soldado y le dijo:
Ustedes no nos van a golpear, ¿verdad? Si ustedes también son del pueblo. El soldado no respondió, pero aceptó la bolsa con agua que la mujer le había ofrecido.

Un cable noticioso leído en la radio creaba incertidumbre y generaba una sensación de triunfo dentro de los marchistas. “Los ex presidentes hondureños Carlos Flores y Ricardo Maduro –junto a otros oligarcas-, pertenecientes a la élite política tradicional y dueños de grandes empresas, decidieron esta madrugada retirar su apoyo a los golpistas”. Esta noticia no se ha confirmado, pero tampoco desmentido. Mientras tanto crecía la multitud.

Los vuelos en las terminales se habían cancelado. La gente sólo esperaba un avión, el que les trajera de vuelta a Zelaya.

Por su parte Micheletti, en plena cadena nacional, se mostraba intransigente ante las preguntas de los medios internacionales. El Gobierno de Facto repetía hasta el cansancio de los periodistas extranjeros el mensaje que Nicaragua y Venezuela estaban agrediendo la “soberanía” nacional.

El canciller golpista, Enrique Ortez Colindres –el mismo que le dijo “negrito ignorante a Obama”, pretendía dar clases de historia política (olvidándose que en esta ocasión no tenían frente a ellos a esa prensa corrupta a la que están acostumbrados), mientras los periodistas urgentes de respuestas concretas, sonreían ante el absurdo discurso. “Estamos acompañando al presidente legítimamente electo de la república de Honduras, a Micheletti, como le dicen ustedes”, terminó diciendo Colindres.

¿Ha trascendido que un grupo de empresarios les han retirado su apoyo, nombres como Chukry Kafie, Jorge Larach, Maduro…? Y otra pregunta, ¿usted es electo por quién?, le consultó una periodista hondureña a Micheletti.- A mi no me va a presionar nadie. Si usted ha leído la Constitución de mi país, de su país, usted podrá darse cuenta, aunque a usted no le guste y se ría, nosotros somos la representación auténtica del pueblo, contestó enfurecido el presidente de facto.

Como medida de censura, la transmisión de la radio se entrecortaba a raíz de las múltiples cadenas nacionales en las que se repetía (6 o 7 veces retransmitieron) la postura golpista del salesiano Cardenal Óscar Andrés Rodríguez, en el cual legitimando un “probable baño de sangre”, secundaba la posición del gobierno de facto y sobre todo, un eventual uso excesivo de la fuerza militar. Desde ya se difunde que inclusive desde Roma se le desprecia su postura.

En otro rincón de la marcha, con mi colega nos acercamos a una activista liberal que descansaba en las paredes de un restaurante trasnacional -frente a la entrada principal del aeropuerto. A su lado había una pinta que decía: ¡Cardenal, fascista y golpista! ¿Usted es activista liberal?, le consultamos a la mujer. Sí, contestó. ¿Y cómo percibe que serán las próximas elecciones, apoyarán a Elvin Santos?, preguntamos. No, para nada. Elvin ya se fregó. Nosotros apoyaremos a César Ham, ya que es el que Mel va a apoyar. Y nosotros nos debemos a nuestro líder y ese es Mel, respondió.

Una joven asomándose a la plática agregó, “lo peor que nos puede pasar es que en las próximas elecciones gane Elvin o Pepe, que la gente se olvide de todo esto que está pasando, y sobre todo, que queden impunes los culpables de toda esta represión”.

Entretanto, canciones del grupo venezolano Guaraguao musicalizaba la esperanza pacífica de los manifestantes –entre otros, liberales, del Bloque Popular, indígenas, afrodescendientes, feministas, taxistas, estudiantes, obreros, independientes...Por su parte el diputado de la Unificación Democrática, Marvin Ponce, descansaba en una de las aceras –visualmente cansado por su participación en las diversas marchas desde el domingo pasado, respondiendo las frecuentes preguntas que le hacían otros manifestantes: Marvin, ¿a qué horas vendrá Mel? El diputado respondía que el avión, con placa venezolana, ya había despegado del aeropuerto internacional de Comalapa en El Salvador y que no faltaba mucho para que aterrizara en Tegucigalpa.3:50 pm.

De pronto la situación cambió. Los reporteros señalaban que soldados de las FF AA estaban disparando en contra de los manifestantes. ¡No son balas de salva, son balas reales!, exclamó una mujer a la emisora. La marcha era tan grande que las detonaciones no se escuchaban desde donde estábamos con los demás colegas de El Inventario. “Se nos confirma que hay un joven gravemente herido, dicen que está muerto”, mencionaba el reportero. Las voces de los altoparlantes se apoderaron de la tranquilidad con la que la marcha se llevaba a cabo. Las sirenas de las ambulancias se encendían.…”Apártense por favor, apártense por favor, que llevamos un herido…. Apártense por favor, apártense…”… decía a través de un megáfono un hombre en un carro que fungía como ambulancia.

El terror se había apoderado de la pacífica marcha. Los militares habían vuelto a hacer de las suyas. Radio Globo confirma. Un joven había muerto y muchos más estaban heridos. La música de los parlantes improvisados se detuvo. La gente corría. Más ambulancias aparecían. Y un avión sobrevolaba la ciudad. (Horas después a través de CNN y Telesur pudimos observar los vehículos militares que sobre la cabecera de la pista del vulnerable Toncontín obstaculizaron el aterrizaje de Zelaya y del titular de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Miguel D' Escoto).

El daño estaba hecho. El Gobierno de facto en contubernio con las FF AA se manchaban de sangre frente a los ojos del mundo. Un irresponsable francotirador había recibido las órdenes de atacar a los pacíficos manifestantes. Isis Obeth Murillo, un joven de 18 años procedente de Olancho, quien en su trasladado hacia el Hospital Escuela yacía muerto con un disparo en el cráneo.

Mientras todo esto sucedía, de nuevo cadena nacional. Con el fin de ocultar la represión existente, de nuevo el mensaje del Cardenal.

El avión no pudo aterrizar. ¿Por qué no lo dejaron aterrizar en Palmerola se preguntan desde Telesur? Minutos después el presidente venezolano Hugo Chávez expresa que EE UU está detrás de los golpistas.“En el radar pudimos observar que habían aviones de la Fuerza Aérea hondureña a diez millas de nosotros, se nos amenazó un eventual ataque”, confirma horas después el Capitán Carlos Marcano, piloto del avión en el cual se trasladaba Manuel Zelaya Rosales.

El delito está grabado. Son innumerables los videos que ahora trascienden en el mundo, en los cuales se evidencia la brutalidad del Ejército hondureño, frente a una marcha pacífica. Por mucha censura y cerco informativo que intenten intensificar, no lo podrán ocultar.

Esta semana seguramente habrá más movilizaciones “blancas”, en las que seguirán vanagloriando a las FF AA.

Probablemente el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos se preste de nuevo para encubrir los hechos.

En su edición digital, un periódico difunde: Los disturbios provocados por un desalojo de simpatizantes de Manuel Zelaya por parte del Ejército en las inmediaciones del aeropuerto habría dejado al menos dos muertos, según los reportes de radio Globo. Cruz Roja no ha oficializado víctimas. Falso. No hubo disturbios provocados por los manifestantes.

Minutos después de nuevo una cadena nacional. Se decreta un toque de queda, que inicia a las 6:30pm. Media hora antes caminamos hasta las inmediaciones del boulevard de las Fuerzas Armadas. Un militar observa nuestra salida, su semblante se ha transformado (ya no eran las mismas caras que sonreían al recibir bolsas con agua), se dirige a un colega y desde el interior del aeropuerto grita: “no se vayan… Que apenas comienza lo bueno…”. Mi colega se enfurece, le grita traidor, se indigna, confronta, pero se le serena.

Tegucigalpa oscurece. El silencio se apodera de las calles. Hay una sensación de impotencia. Lamentablemente a estas horas del “toque”, hay un velorio que en soledad enluta toda una nación sumergida en la represión y la injusticia.

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