Por Jorge Luis Ubertalli - Periodista y escritor argentino
En tanto militares, policías y paras reprimen a mansalva y violan los derechos de las personas, consagrados en todas las convenciones y tratados, el embajador norteamericano, Hugo Llorens, corre a Managua a abrazar a Zelaya, permitiéndole a Micheletti denunciar la “intromisión” norteamericana en los asuntos de Honduras. Todo parece haberse constituído en el mundo del revés.
Significados
En la página web de las Fuerzas Armadas de Honduras se publicaron el 31 de julio dos notas dignas de ser citadas. En una se destaca que en el marco de la “crisis” que sacude al país hay personas que se dedican a…rayar paredes. Mostrando imágenes de las leyendas pintadas en los frentes, el texto culmina citando textualmente que “el rayar, atentar o alterar un monumento histórico (Congreso, Corte Suprema, aeropuerto de Tocontín y templos religiosos) constituye un delito…”
Mas abajo, la misma página web transcribe opiniones del sabio Albert Einstein acerca de las “crisis”, en donde éste argumenta sobre las bondades de las mismas.
El “golpe de Estado” se trastoca en una “crisis”. La manipulación de términos, notable al fín, indica el asesoramiento de expertos en acción psicológica a los facciosos hondureños.
Esos mismos expertos son los que probablemente sugirieron que el abrazo del oso del embajador norteamericano en Honduras, Hugo Llorens, al presidente Zelaya, brindado en Managua el 30 de julio, sirviera a Micheletti para hablar de “intromisión norteamericana” en el país catracho.
No es nueva la táctica de utilizar eufemismos o manipular términos de signo inequívoco para ocultar lo inocultable. Escuchar a las Fuerzas Armadas calificar de “crisis” a un golpe de Estado y a Micheletti hablar de “intromisión norteamericana” es como vivir en el mundo del revés… o de las derechas. Los militares argentinos calificaban a la dictadura iniciada en 1976 como “Proceso…” y sus representantes deportivos anunciaban que “los argentinos somos derechos y humanos” cuando los uniformados, al servicio de los empresarios, la Iglesia y el imperialismo cometían el mayor genocidio en la historia del país.
En cuanto al caso que ahora nos ocupa, Honduras, el departamento de Acción Psicológica del Pentágono ha actuado acorde con su función .
Las fuerzas extrañas
Según el presidente del Colegio de Economistas de Honduras, Manuel Bautista, para este año se estima un decrecimiento económico de un 2,6%. Las medidas decretadas por la dictadura de Micheletti y compañía desde el 28 de junio a la fecha, como el toque de queda, las feroces represiones, la clausura de fronteras, sumadas al aislamiento internacional, han reportado pérdidas al país- conformado por 7 millones 500 mil habitantes, de los cuales un 80% son pobres- de 70 millones de dólares, golpeando seriamente al sector servicios- incluido el turísmo- que representa el 45% del Producto Bruto Interno, cuyo monto asciende a 14.000 millones de dólares.
Sin embargo, tratando de disciplinar la fuerza propia a través de la xenofobia y de un falso nacionalismo, y de descalificar a los seguidores del presidente Zelaya, Micheletti y su banda argumentan que la debacle se debe a la intromisión de “fuerzas extrañas” en la situación interna del país. Así, la OEA , la ONU , el MERCOSUR , el ALBA y otras organizaciones internacionales no serían sino una parte importante de la confabulación contra la dignidad nacional.
Intentando quitarles banderas genuinamente antiimperialistas, antiintervencionistas y por la libre determinación de los pueblos a Bolivia, Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Cuba y otros países de la región, la derecha hondureña disputa espacios semánticos intentando confundir al gran público. Es como cuando al liquidarse la URSS , se les llamaba “conservadores” a aquellos que pugnaban por evitar el desastre, y “reformistas” a los que propiciaban un retroceso hacia el capitalismo más salvaje y depredador.
Los golpistas hondureños, de acuerdo a esta manipulación de conceptos, ahora serían “antiintervencionistas” y los países liberados o en vias de liberarse de la tutela imperial, “ interventores”.
Todo los une nada los separa
Mientras grupos policiales, aunados a militares y paramilitares, trepados a camionetas oficiales o civiles, algunos con los rostros cubiertos con pasamontañas, disparaban contra una multitud de manifestantes zelayistas el último 31 de julio, el faccioso Micheletti, acusado por la primera dama Xiomara Castro de Zelaya de estar rodeado de integrantes del tristemente célebre Batallón 3-16, recibía en su despacho ese mismo día a la cúpula policial para “agradecerles el apoyo al gobierno central en las tareas de seguridad de las personas y sus bienes”. Los policías, se informó, agradecieron a su vez la confianza prestada por Goriletti, quien se “comprometió a cumplir con las demandas atrasadas”.
Un muerto, cientos de heridos y detenidos, apaleados y perseguidos, cobró la acción represiva de ese día. Fue una provocación con mayúscula, en el marco de una guerra sucia.
Cuando en julio de 1980 los generales bolivianos Luis García Meza y Luis Arce Gómez, luego ministro del Interior del primero, llevaron a cabo el golpe de Estado conocido como el “golpe de la cocaína”, una docena de militares y servicios de inteligencia argentinos participaron en la preparación, consumación y sostenimiento del mismo. Desplazándose en ambulancias o camionetas civiles de contramano, disparando a todo lo que se moviese, consumaron asesinatos, torturas y vejaciones contra cientos de bolivianos. Condecorados luego del golpe militar, los coroneles Carlos Estrada, los tenientes coroneles Benjamín Cristoforetti, Julio César Durand y Julio César Domínguez, el teniente Jorge P. Lynch y los marinos Benazzi Berisso y Donda, entre otros, participaron del narco golpe con el fín de ilustrar a los bolivianos sobre los métodos contrainsurgentes y terroristas de Estado que habían ensayado aquí y obtener financiamiento para su guerra anticomunista en Centroamérica, puesta a andar en septiembre de 1980, luego de celebrado el cuarto congreso de la Confederación Anticomunista Latinoamericana, sección local de la Liga Anticomunista Mundial, en Buenos Aires, bajo la batuta del general Suarez Mason. Allí concurrieron la flor y nata de la contrarrevolución y el terror negro internacional: el grupo terrorista cubano-americano Alpha 66; los Mano Blanca y Escuadrones de la Muerte de Sandoval Alarcón y el mayor D’Aubuissón, de Guatemala y El Salvador respectivamente; los delegados somocistas contrarrevolucionarios nicaragüenses; un delegado del reverendo coreano Moon, fundador y líder de la secta ultraderechista ; el terrorista italiano Delle Chiaie; delegados de la secta italiana ultraderechista P-2; el asistente del senador Jesse Helms, John Carbaugh, y Margo Carlysle, ayudante del senador James Mc Clure, entre otros.
Los “argentinos” se comprometieron a exportar entonces la guerra sucia a Centroamérica, y con la cocaína boliviana lograron montar en Miami, en asociación y con conocimiento de la CIA , las empresas Argenshow y Silver Dollar, tapaderas del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército y la Jefatura II , Inteligencia, para financiar la guerra contrarrevolucionaria.
Uno de los “asesores” argentinos en Bolivia fue Mario Mingolla, agente del Batallón 601, vinculado a la CIA , y luego “asesor” en Honduras, junto a mas de 150 militares y servicios de inteligencia argentinos, del Batallón 3-16, al cual ayudaron a formar.
Como él, varios tocaron con sus varitas mágicas a los ahora asesinos de maestros, estudiantes y adolescentes hondureños.
El pueblo se merece la victoria
Hasta ahora parece no haber dado resultado la política de conciliación, amenazas mediáticas y llamados al boicot internacional que han desarrollado desde el propio Zelaya hasta distintos organismos internacionales para acabar con el régimen faccioso de Micheletti, sus amigos de la empresa y la Iglesia y sus guardianes armados. Conociendo la entraña de aquellos que aprendieron de la CIA , el Pentágono y sus aliados en los años 80 el arte de torturar y matar, pero también de financiarse a través del contrabando de drogas y otros negocios ilegales, no es difícil deducir que la intransigencia de Micheletti y sus gestos sonrientes cuando declara ante la prensa la “intromisión” norteamericana y la falta de comprensión del mundo ante su cruzada, obedecen a su seguridad en cuanto al apoyo, financiamiento y sostén que los propietarios de la base local de Soto Cano brindan a su régimen, al que intenta institucionalizar en el tiempo.
Según analistas, y teniendo en cuenta lo anterior, el mentado boicot económico internacional podría servir a Micheletti como artilugio para cohesionar su frente interno mediante el cuento de que las “fuerzas extrañas” obligan al pueblo hondureño a pasar hambre. Pero una cosa muy distinta ocurriría, sostienen, al igual que lo hace el presidente Zelaya, si se eliminan las visas particulares y diplomáticas a todos los involucrados en el golpe, se congelan las cuentas bancarias del Gorila mayor y sus amigos empresarios, militares y obispos, en el exterior, fundamentalmente en Miami, y a la vez se desplaza de la base militar de Soto Cano a la Escuela Naval de Honduras y a la Sede de la Fuerza Aérea y la Academia de Aviación, previamente al desmantelamiento de este enclave imperial. Sólo de esa manera, opinan, podría ser creíble el mentado no apoyo de EE.UU. a los facciosos.
Por otra parte, comentan, Zelaya se mueve entre la opción insurreccional y la salida negociada, entre la confrontación y la conciliación, lo que llevaría a su propio desgaste y el de sus seguidores. Mas que intentar entrar en forma masiva a través de Nicaragua, se dice, debería hacerlo en forma clandestina y una vez en Honduras formar su “ejército popular”, pacífico o no, según las circunstancias lo determinen, teniendo como retaguardia a Nicaragua, Centroamérica y América latina y el mundo todo.
La violencia no es la mejor salida para estas “crisis”, pero tampoco lo es exponer al pueblo a ser apaleado, humillado, encarcelado, asesinado.
El pueblo hondureño, fogueado en la lucha de calles y rutas hace más de un mes, se merece la victoria.
Y si alguien llora, que sean sus enemigos.
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