Sigifredo Ochoa Pérez no lo podía creer pero era verdad. Hugo Martínez, canciller de El Salvador, lo destituyó como embajador en Honduras porque Sigifredo, en un alarde de prepotencia y poca profesionalidad, desobedeció las órdenes del gobierno y país que representaba para recibir la condecoración ( Orden de Morazán) que le ofrecía el gobierno golpista hondureño y que para él era sobre todo una "reparación" pues Ochoa Pérez es el mismo embajador que el gobierno hondureño, cuando era canciller Roberto Flores Bermudez, implicó en actos de espionaje contra Honduras.
Y eso es poco: "Ochoras perras", como lo llaman en El Salvador, conoce muy bien el caso del asesinato contra los padres Jesuitas y que ahora se está ventilando en España sobre la base de documentación desclasificada. En dicha documentación consta que quienes planearon este cobarde crímen fue el Estado Mayor de la FAS, y particularmente el ex-presidente arenoso Alfredo Félix Cristiani, que fue el instigador directo. Conoce tan bien el caso que entre los testigos que serán citados por la Audiencia está él junto con el ex-fiscal Amadeo Artiga (el del motel)y el el gringo Erick Buckland, entre otros. Además Sigfrido Ochoa Pérez como militar estuvo involucrado en acciones de violaciones a los derechos humanos durante la guerra civil, según en Informe de la Comisión de la verdad auspiciado por Naciones Unidas en 1993.
Sigfrido Ochoa era la mano derecha de Roberto D' abuisson y Arena representó desde su nacimiento una fuerza represiva. Ochoa Pérez, el que lleva la Orden de Morazán, organizó y coordinó "cruentos escuadrones de la muerte" que obligaron a Reagan -bajo presión del Congreso- a apoyar a los Demócratas Cristianos." como informa Eduardo Molina y Vedia corresponsal argentino de Utopías del Sur.
Y es que el pueblo hondureño es desmemoriado pues para nada recuerda el episodio en donde Sigifredo acusaba a Honduras de violar la convención de Viena cuando Alejandro Danilo Reyes y José Marquina Vargas fueron acusados ante la OEA de espiar a favor de El Salvador. Reyes Cerna y Marquina Vargas fungían como agregado militar adjunto y secretario de la agregaduría militar, respectivamente, en la representación diplomática salvadoreña en Tegucigalpa, a cargo de Sigifredo (otro militar). A ambos se les responsabilizó de efectuar espionaje militar al comprar documentos de las Fuerzas Armadas de Honduras a la ex bibliotecaria Telma Iris Aguilar y a la ex secretaria del Colegio de la Defensa, Doris Magdalena Oliva.
el Canciller salvadoreño Martínez fue claro: Ochoa Pérez "desacató abiertamente sus instrucciones" es decir desobedeció los lineamientos que en política exterior le había indicado el gobierno de su país: "no mantener relaciones con el regimen dictatorial".
El mismo coronel Ochoa lo confirma cuando cuenta que "se le llamó a consulta luego del golpe militar y se le indicó que el gobierno salvadoreño no reconocía al de Micheletti" y sin embargo Ochoa hizo todo lo contrario y llegó, como patito, a recibir la condecoración que le ofrecían sus "amiguetes" y que andan repartiendo de manera tal que la pobre Orden de Morazán quedará completamente desprestigiada.
Se le olvidó al coronel que como funcionario público tiene que acatar las disposiciones de su gobierno al que representa. Tanto año en el servicio diplomático no sirvió para nada cuando bien se sabe que para aceptar un reconocimiento internacional todo funcionario debe tener permiso del Gobierno o del Congreso.
Pero la cosa no se queda así, Martinez pidió a la Fiscalía General de la República que se investigue "la eventual comisión de delito de infidelidad en negocios del Estado". Al militar "diplomático" también le fue retirado su pasaporte diplomático cuando regresó del evento.
Al zorro Ochoa todavía no le ha caído el veinte, piensa que representa a Cristiani o a Saca y en sus elucubraciones y alegatos de defensa manifiesta que el haberle destituido y quitado el pasaporte diplomático es "un atropello a sus derechos como ciudadano" rematando conque el trato que se le ha dado no es adecuado porque "ha servido al país en la Fuerza Armada combatiendo precisamente a los terroristas del FMLN". Ochoa es de esos que cree que ostentar un cargo público es derecho divino y que el país es solamente de una parte de la población. En eso se asemeja con sus amigos que lo han condecorado y a los que se les olvidó completamente el caso de espionaje en el que estuvo involucrada la embajada.
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