Armando García, y solo como él sabe hacerlo, nos ofrece esta crónica catracha del pueblo sampedrano en navidad. Que la esperanza y la alegría perdure en el noble pueblo de mi país, y gracias Armando.
La resistencia se tomó el parque de San Pedro Sula, perdón, la Plaza de La Libertad por “asalto” para compartir el nacatamaleo navideño.
A buena blanca, 9 de la mañana, de este 24 de diciembre se pusieron (allí por el kiosko) los manteados, las mesas, los rótulos, las fotos de Mel (el presidente constitucional de Honduras), las de nuestros mártires, las hojas volantes y pancartas, los aparatos de sonido… y comenzó a llegar del gentillal de gente (como diría Prosilapia Ventura).
Cada uno de los activistas traía un cachimbo de cosas. Este cargaba, con la ayuda de sus parientes y amigos, dos tinas humeantes de nacatamales. Otros unas piernas de chancho horneada del carajo, navegando en su caldo o en su salsa. De pronto entró una volquetada de gallinas horneadas, aliñadas, guisadas o en arroz.
Las mesas (a la altura de las diez) eran insuficientes para almacenar aquella cajería de pasteles de todos los colores y sabores. Para donde se “ispiara” tropezaba la miraba con bolsadas de pan: molde, blanco, integral, bululos, cemitas, pastelitos y pan de mujer (sólo hizo falta el café de palo con dulce de rapa)...
Los voluntarios de la resistencia arrimaban en cualquier lado el botellal de refrescos, servilletas, platos, vasos, tenedores, hielo y bolsas de confites. Al rato había sillas por cualquier lado. La plaza olía a cocina de rico en casa de pobre.
Mario de Mezapa y Fredy Melgar y otros compañeros sacaron unas guitarras y empezó la jodienda y la cantaleta de esas canciones contestatarias que tanto odian los golpistas. Las compañeras, guante en mano, tenedor y cuchillo en ristre –por aquello de la chanchina mejicana– se pusieron sus delantales y empezaron la repartición.
Mientras otros compañeros guardaban el orden en las colas para entrega de platos o se afanaban repartiendo unos boletos amarillos para evitar el “refil” (pero el que quiso dobletear, repetió las veces que se le antojó, pese a ello nadie se quedó sin su bocado).
Y se hizo la fila y la comilona sostenible, popular y prolongada: eran los pobres repartiendo y compartiendo lo que tenían en esta Navidad en Resistencia en la Zona Metropolitana del Valle de Sula.
A cada rato, en aquel trajín, llegaban doñas o señores, profes y profas, obreros y operarias, dirigentes y dirigentas o profesionales multidisciplinarios o personas desconocidas, alegres, felices, que llegaban a dejar comestible y bebestibles o con un cerro de nacatamales, tamalitos de elote o montucas. “es, ni más ni menos, el truco o el milagro de la multiplicación de los nacatamales”, dijo, socarrón, el poeta César Lazo.
Le hemos comido el real del mandado a los golpistas. Eran las seis (óigase bien, las 6:00 p m) y el bocadeo y el chumpeo de la barriga llena y el corazón contento, seguía. Un ejemplo de lo que es la solidaridad, el poder ciudadano, el convite colectivo y confraternidad en una Navidad con olor y sabor a pueblo rebelde y a corajuda resistencia.
Armando García
Ese es mi pueblo, valiente , solidario y sobre todo disùesto a la rebeliòn contra lo inaceptable que ocurre en nuestra Honduras despuès del 28 de junio, cuando los golpistas le dieron un garrotazo a la "democracia" ya de por si golpeada a travès de los años por los màs poderosos de nuestra Honduras y fuera de las fronteras patrias.
ResponderEliminarbuena descripción hace Armando para los que nos hemos perdido en vivo y en directo las actividades de nuestro pueblo que despertó su espíritu de lucha ante el golpe de Estado. En verdad que fue como la multiplicación del pan que hiciera Jesucristo y es que no debemos olvidar que los pobres somos más en Honduras y es en la pobreza que se demuestra la solidaridad, y no solo eso la sensibilidad humana que los ricos no tienen.
ResponderEliminarEstá muy bueno el contenido de todo el blog.