8/12/10

Wikileaks, y el “fallout” de la diplomacia estadounidense en Honduras

Rodolfo Pastor F



Las de Wikileaks repercutirán sobre la política internacional alrededor del globo y a divulgaciones mediano plazo. En América Latina dificultaran la recomposición de la tradicional alianza de la región con EUA y fortalecerán algunos sentimientos anti estadounidenses. En el plano nacional, deberán obligarnos a vernos a nosotros mismos en el espejo de la diplomacia. Se ha escrito mucho y se escribirá mas a propósito de la divulgación del cable enviado por el Embajador en Tegucigalpa Hugo Llorens al Departamento de Estado, días después del golpe del 28/06/2009. No falta quien declara que la publicación de cable develizó todo misterio. Se ha dicho por el contrario que ese cable “no dice nada nuevo” (¿Cómo podría?), que demuestra finalmente que la diplomacia estadounidense es “buena” (en ambos sentidos, de eficaz y moral), también se afirma que ese cable desnuda una “responsabilidad” en el evento, de modo que podrá servir como prueba contra su autor (el gobierno de EEUU) en un juicio ante la Corte Internacional de Justicia. Me cuesta creer cualquiera de las afirmaciones anteriores.

El documento desnuda en efecto la hipocresía de la Secretaria Clinton cuando pontificaba “nuestra política (en Honduras) ha sido consistente y de principios”. Pero nadie se va a asustar de ese viejo vicio, que no esta no tipificado. Obviamente a todos dan dios y el diablo criterio particular y lente de colores propios, para que interprete cada quien lo observado a su manera. Pero me ha parecido interesante un comentario, publicado en World Politics Review (Revista de Política Mundial) el 2 de Diciembre, cuyo objetivo es más bien analizar la visión que el fundador de Wikileaks, Assange tiene de la forma en que funciona la política internacional de la gran potencia. En ese artículo, Juda Grunstein señala: la presunción –inherente en el argumento de Assange-- de que las fallas de la política internacional estadounidense resultan de la falta de información es “demostrablemente falsa”: El informe detallado de la Embajada en Tegucigalpa sobre los aspectos legales de la crisis pudo haber sido un fundamento sólido y efectivo para construir una política. “Por razones que siguen siendo oscuras, pero que no tienen que ver con la falta de información, los hacedores de la política en Washington dispusieron ignorar las conclusiones (de ese informe) y optaron por una política sin definición ni consistencia, de declaraciones formales “en apoyo de la democracia” e inacción en procura de la más fácil y practica posible salida de la crisis. Es exacto ese análisis. Aun si no repara sobre las consecuencias nacionales y regionales de esa disposición. No sale mal parado el Embajador en ese cable, que refiere claramente la conspiración que tomo lugar entre militares y jefes políticos, aunque parece ingenua su insinuación de que no sabe “quien ordeno el golpe”. (Of course you know, Sir)

El cable del Embajador también ilumina, por un lado, la naturaleza misma de la conspiración en Honduras y por otra parte, la manera en que se juega al pragmatismo tonto en Washington, a la hora de formular política. Tonto, porque este evento que (valga el argumento contra factual) pudo servirle a la Administración Obama para reconstruir el puente --roto en tiempos de Bush-- con los aliados más importantes de Estados Unidos en la región, como caso emblemático de un cambio, más bien sirvió como ficha en la negociación política municipal, del Distrito Central, confirmando el control continuado de los halcones, Shanon, Shifter y Cia y convirtiéndose en un irritante que --año y medio después-- sigue estorbando esas relaciones necesarias por la vecindad.

Aunque a los paranoicos les cueste trabajo entenderlo, EUA no tiene un enemigo en América Latina y tampoco es el enemigo. Tiene EU una contradicción, eso sí creciente, que alguna vez fue solo de Cuba (madre patria, si repudiada de muchos de los personeros que desestimaron el justo informe del Embajador Llorens y suya también) y que ahora deviene la contradicción de varios de los países más poderosos del área y de las fuerzas de oposición más relevantes en los demás. Y su política más inteligente, de EUA debería ambicionar resolver esa contradicción. Eso sería el mejor antídoto contra el anti americanismo y lo deben saber los encargados pero, como consecuencia del imperativo de contemporizar con sectores radicales internos, la política --como se vio en el caso de Honduras-- pasa por alto las oportunidades y genera nuevas irritantes. Ese problema, que lo resuelvan ellos. Nosotros tenemos por nuestra parte la responsabilidad de diseñar una política hacia EUA y una relación con sus representantes que entienda ese trasfondo, lo asuma tal como es, en sus propios términos y no se haga ilusiones ni pretenda descansar, en el apoyo estadounidense, para la construcción de nuestra democracia, ni se ciegue ante el problema interno de fondo, achacándole a “la embajada” o al imperio todos nuestros problemas, y las pasiones de sus amigos mas solícitos.

Porque además el cable develiza, con sencillez irrefutable, la vileza de los protagonistas locales del golpe, de sus conspiradores y ejecutores, pone al desnudo su cinismo y su falta de visión de patria y de compromiso con los intereses del colectivo y derechos ciudadanos. Aunque también hace justas críticas a la Administración Zelaya por su manejo de la crisis prolongada, la sustancia del Cable Llorens es una radiografía de las clicas del poder público en Honduras. Eso tiene que doler y por supuesto a largo plazo tornara insostenible la posición del Embajador, a quien pronto se le estará cumpliendo el plazo de servicio en el país. (Nadie lo extrañara en Honduras y en ningún otro destino estará a salvo del estigma de haberse convertido –después- en dócil instrumento de una política que ignoraba los hechos que el trasmitía. Pero su única opción era auto inmolarse y esa apuesta requería un temple heroico). Porque muchas veces queremos que los embajadores finjan demencia y no nos gusta que nos digan estas verdades, que los extranjeros vean con nitidez que estamos vestidos con el esplendido e invisible traje del formalismo jurídico manipulado, no nos gusta que se sepa alrededor del mundo que ni siquiera quien la profiere cree en la demagogia “democrática” contra los referéndums y el constitucionalismo fetichista (cuyo cáliz sacrosanto ahora todos quieren reformar) y pétreo contra cualquier cambio que involucre a la ciudadanía.

Sin duda después de los politicones del patio, los que peor parados saldrán de esta comedia serán, al final, los intelectuales orgánicos del golpe, baratos mercenarios, desmentidos, esos sabelotodo que quedan ridiculizados por la historia y los soldados que debían proteger a la nación y traicionaron a su pueblo por treinta monedas de plata mal repartidas. Porque los proclamados “héroes” del golpe defendían un interés de clase económica comprensible, pero la función de los intelectuales es la acompañar a sus pueblos y no la de legitimar su represión. Por supuesto que --a diferencia de lo que declaraba la Clinton, luego dijo Llorens y vino a repetir Valenzuela-- la política diseñada en Washington de mantener la ayuda de la Cuenta del Milenio a Honduras para mantener a flote el gobierno golpista al que no “reconocía” y de reconocer y certificar (ahí sí, pobre Embajador) las elecciones que el gobierno golpista organizo, sin opciones para la oposición, ni garantías ciudadanas no solo fue inconsistente, si no también inescrupulosa. Los inescrupulosos no son quienes divulgan la información que debió haber trascendido para asegurar una política inteligente, si no quienes teniendo la información suficiente, de todas formas disponen darle la espalda a un pueblo amigo, en aras de su control ideológico y la neutralización de una esfera de poder regional inofensiva. Aunque ahora quiera ponerse otro antifaz, conociendo el trasfondo de la vileza que el Embajador denuncio en su momento, EUA se convirtió en cómplice del golpismo a partir de Octubre del 2009. Por supuesto que el poder imperial no es “omnipotente” como observa Grunstein, por tanto no carga tampoco con toda la responsabilidad y no deja de ser conmovedor constatar que esta pacotilla de picarillos tropicales sigue manipulando la política de la gran potencia cien años después, impostándose de demócrata, aun cuando no quiere dejar al pueblo hablar. A nosotros, lo que nos compete es forjarle a este país una ciudadanía lucida y un liderazgo con entereza y compromiso, lo que no será posible sin tirar algunas cosas al basurero y quebrar unos pocos blanquillos…, ni con los mismos de antes.

Al final, el spin control que Valenzuela viene a hacer a Honduras, a decirle en público a sus más altas autoridades algo que --si fuera gente informada, debieron entender desde hace rato, que retorno de Honduras a la comunidad internacional, a la OEA y a la comunidad Iberoamericana pasa obligadamente por el retorno de Mel al país-- tampoco luce completamente sincero. No hay acto de contrición visible, solo un arrepentimiento tardío. A menos que, en privado, el Subsecretario les haya dicho también “miren hicimos lo que estaba en nuestro poder pero”, como dice Juda el Imperio no es omnipotente, “no se pudo” y no queremos seguirnos desgastando en este juego, resuelvan esta papada aunque sea atropellando a ese inocente fiscal, preferiblemente antes del veintiocho del mes. (Después de todo al pobre de don Mauricio nadie lo escuchaba cuando disertaba en Argentina sobre “el pueblo de Honduras”, que no le debe nada). Pobre Imperio. Pero más pobre Honduras que, cuando aquellos se hayan lavado las manos, estará confrontada como el primer día, el 28 de Junio que el golpismo convirtió en primero de una nueva era y que tendrá que reconstruir su institucionalidad y un clima de convivencia muy trabajosamente.

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