Detrás del Mundial
Lo confieso!!! No le entiendo al fútbol y como creo que si veo un partido lo salpico de mala suerte, siempre pierdo la posibilidad de ver alguno de los equipos que podrían ser de mi simpatía, por ejemplo, el Inter o, ahora, las selecciones de Italia u Honduras.
Que no le entienda a este juego no quiere decir que no me interese como fenómeno de masas, al contrario!!! Y, ahora, que el mundial se juega en Sudáfrica, pues he aprovechado para ponerme al día sobre la situación de algunos países de los que tengo poca información, entre ellos el país anfitrión.
Comienzo entonces con Sudáfrica, bautizado por los aficionados poco informados como el país de las vuvuzuelas por las trompetas que suenan los aficionados; tiene 47 millones de habitantes que se concentran en las principales ciudades. Además es la cuna de la humanidad, el país que vivió un largo apartheid y también un polo de atracción para miles de migrantes que llegan de los países vecinos y que van a vivir a las villa miseria que rodean las ciudades sudafricanas.
La segregación racial llegó al finalizar la segunda guerra mundial. Los colonizadores holandeses llamados Boeres mientras se enriquecían veían con desprecio a los nativos negándoles todos sus derechos. Conceptualmente el objetivo del “apartheid” era el de aislar los diferentes grupos étnicos para que “cada uno de ellos se desarrollara en un propio contexto social, económico y territorial” , los colonizadores alegaban que la supremacía blanca se justificaba por las “circunstancias históricas” , es decir por el rol fundamental que ellos habían tenido con el nacimiento de Sudáfrica. A la población negra se le prohibió asistir a las escuelas y universidades de los blancos porque la instrucción de los negros se debía realizar completamente en su tribu y en las raíces y espíritu de la misma sociedad bantú.
Con el tiempo el mundo fue reaccionando y comprendiendo la magnitud de esa política y todos los gobiernos blancos poco a poco fueron aislados por la comunidad mundial mientras nacían movimientos de resistencia en las comunidades negras, aunque no faltaron las traiciones y las alianzas. Hubo grupos negros que sostuvieron los gobiernos segregacionistas y hubo gobiernos de países vecinos que firmaron alianzas para sostener a los defensores del Apartheid.
La segregación llegó a su punto final en 1991 y en 1994, por primera vez, todos los habitantes fueron llamados a votar, desde esa fecha y hasta ahora el partido de Nelson Mandela se ha mantenido en el poder, es casi como si habláramos de un PRI africano, con todas sus consecuencias.
Es el país más rico del continente pero con enormes desigualdades sociales y económicas. Es el ejemplo de sueños que se han esfumado, de la corrupción gubernamental, de la discriminación de miles y miles de migrantes que llegan de los países vecinos en búsqueda de trabajo y cuya esperanza es la de poblar los cientos de villas miserias que han crecido en las ciudades. Y es esta miseria la que el mundial no ve, como tampoco se quiere mostrar la otra cara. La cara de los millones de vendedores ambulantes a los que se les ha prohibido trabajar mientras dura el torneo. Por eso denuncian que la copa del mundo es un negocio que no les beneficia.
Los vendedores callejeros sudafricanos, son encarcelados porque les ha sido prohibido vender durante el mundial. El que no obedece va a la cárcel y dicen las mujeres vendedoras que la gran paradoja es que nada se ha hecho contra la prostitución, especialmente la infantil, que está en auge desde que se inició el mundial.
Las pantallas gigantes muestran los estadios pero no muestran la realidad sudafricana. Un país en donde los pobres quedarán sin nada, pues como previsto, una vez construidos los estadios cientos de personas se quedaron sin trabajo.
Los pobladores de los barrios marginales protestan porque la camiseta del equipo nacional sudafricano, el Bajana Bajana, nadie la puede comprar. Una camiseta Adidas cuesta mucho, queda la opción de comprar las de contrabando pero la policía las decomisa para que Adidas no pierda. Tampoco pueden entrar a los estadios a ver el mundial porque las entradas son muy caras, aunque el día de la inauguración el gobierno regaló algunas y puso el precio del billete a 13 Euros, cifra todavía muy alta para los raquíticos bolsillos de los habitantes de las barriadas.
Muchos barrios marginales desde antes del campeonato se han auto organizado bajo gestión colectiva para tratar de educarse y autoformarse para comprender los problemas y buscar mejores estrategias para resolverlos , también para denunciar como se quiere mantener en la invisibilidad la cruda realidad de las villas miseria: como el gobierno trasladó a los pobladores a centros de permanencia temporánea para que los turistas no choquen con la realidad, para que no vean cómo viven los sud africanos pobres, los excluidos. Bienvenidos al otro mundial.
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