14/9/08

Ya en el ALBA y siempre en la impunidad

Autor: Ismael Moreno


Chávez vino a revolver Honduras con su ALBA a cuestas. Un empresario opuesto al ALBA llegó a afirmar que actualmente el presidente real de Honduras se llama Hugo Chávez. Lo confirmaba con las fotografías en donde Patricia Rodas, la presidenta del Partido Liberal, unge al nuevo salvador de la patria hondureña con besos y abrazos. Y así lo confirmaba el discurso y el comportamiento que el líder del llamado Socialismo del Siglo Veintiuno tuvo en las fugaces horas en que estuvo en territorio hondureño. Unas horas bastaron para levantar mucho polvo: unos defendiendo con pasión y furor el ALBA y otros rechazándolo como si fuese el vivo demonio.

OXÍGENO Y RUMORES

El Presidente de Honduras Mel Zelaya y su equipo parecen haber encontrado finalmente el oxígeno que necesitaban para sobrevivir y respirar con alguna soltura durante el tiempo que les resta de administración pública. Lo han recibido de Chávez justamente cuando ya estaban apartados en el rincón de las soledades políticas. Hoy, tras el paso de Chávez, los rumores del “continuismo” zelayista o del peligro de la ruptura del orden constitucional se han destapado con mucha más fuerza que la que tuvieron durante la huelga de hambre de los fiscales contra la corrupción. Los atrevidos comentarios de sectores de la insensata derecha nacional sostienen que la idea de sustituir al Congreso Nacional por una Constituyente la tiene Zelaya desde hace mucho y que su único objetivo es crear las mejores condiciones para materializarla, buscando aliados y apoyos que le permitan implementarla. La huelga de hambre de los fiscales del Ministerio Público -que se extendió entre el 7 de abril y el 14 de mayo, impactando a todo el país- fue una ocasión para los planes de Zelaya. Pero el mandatario no supo aprovecharla o los fiscales en huelga fueron listos, entendieron la jugada y no sucumbieron a las intenciones de Zelaya y de su consejera política, Patricia Rodas.

DOS PRUEBAS DE LIBERTAD

El atentado del que fue víctima el fiscal Luis Javier Santos -uno de los cuatro fiscales que iniciaron la histórica huelga de hambre- el primero de septiembre y el silencio cómplice del equipo presidencial ante este crimen es una muestra dramática de que el gobierno quiso aprovecharse oportunistamente de la decisión de los fiscales de luchar hasta arriesgar su vida en contra de la corrupción, pero que al no lograr ese objetivo, abandonó la causa que los fiscales defendían. Otro dato que confirma la inexistente relación de apoyo entre el Ejecutivo y los fiscales es que el Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia -surgido a nivel nacional tras la huelga de hambre- mantuvo ante la decisión de Zelaya de ingresar al ALBA una distancia prudencial. No se movilizó para respaldar la entrada de Honduras en el proyecto chavista y rechazó la insistente convocatoria que hicieron en este sentido, tanto el gobierno como varios sectores populares de izquierda.

¿PROMESAS O REALIDAD?

¿Qué aportará el ALBA al pueblo hondureño? Aún no está claro. El Presidente Zelaya comenzó a acercarse a Chávez en Managua, en julio de 2007, en ocasión del 28 aniversario de la Revolución sandinista, cuando él y Patricia Rodas coincidieron en la tribuna de la celebración con Daniel Ortega y el Presidente de Venezuela, mostrándose emocionalmente “revolucionarios”. Después, Zelaya participó el 22 de diciembre en la IV Cumbre de Petrocaribe, celebrada en la ciudad cubana de Cienfuegos. En esa ocasión, Honduras fue admitida a este acuerdo de cooperación energética y comenzó a recibir petróleo venezolano en condiciones muy favorables de pago y de precio. Ahora, en el ALBA se habla de créditos para proyectos productivos, de la construcción de una hidroeléctrica, de la reducción del analfabetismo y hasta de una “gran-nacional” de energía, gas y petróleo que estudiará la posibilidad de producir y comercializar crudo hondureño. ¿Qué se concretará realmente de todo esto?

UN “PROYECTO REVOLUCIONARIO”

Hugo Chávez ha sido tabla de salvación para Mel Zelaya. Pero son muchas las contradicciones. Con el ingreso al ALBA el Presidente confronta a los sectores más comprometidos con el modelo de exclusión vigente en el país, a los sectores más conservadores, aliados de las multinacionales y de las políticas de Estados Unidos. Sin embargo, Mel Zelaya hizo su opción. Con el ALBA deja de ser el timonel del anodino gobierno en que sus erráticas e incoherentes decisiones lo habían convertido. Con el ALBA, piensa relanzarse con una propuesta alternativa a la que impera en la sociedad hondureña desde hace más de veinte años, erigiéndose como el audaz gobernante que confronta a la clase política y económica. Por eso, todos los dardos de los grupos de poder se han disparado contra Zelaya, detrás del cual ven la tenebrosa sombra del “demonio” Chávez. Pero lo más significativo es que con su decisión de ingresar al ALBA, Zelaya ha alborotado a la siempre incipiente, malformada y malhumorada izquierda política y social hondureña. Entrando al ALBA, el liberalismo “socialista” de Mel Zelaya y de Patricia Rodas logró -con más éxito que en los tiempos de Villena Morales a finales de los años 50 e inicios de los 60 del siglo pasado- que sectores populares y de izquierda caigan rendidos ante el espejismo de un “proyecto revolucionario” que dirigirá ahora el nuevo “Comandante Vaquero” como bautizó a Zelaya su nuevo padrino, Hugo Chávez Frías.

VAIVENES DEL PARTIDO LIBERAL

El Partido Liberal ha hecho historia en Honduras por saber capitalizar los descontentos y por cooptar a la oposición. Éste es, sin duda, el secreto que le ha permitido sobrevivir y regenerarse bajo ese arcaico y militarista apelativo de “las milicias eternamente jóvenes”. Emergió en los años 50, tras la dictadura de Carías, como baluarte de la democracia. A los líderes de aquellas luchas y exilios, a los que entonces les llamaron “rojos” -no por liberales sino por sus coqueteos con los comunistas- son a los que hoy, cincuenta años después, emula la nueva generación que encabezan hoy Patricia Rodas, Milton Jiménez y Enrique Flores. Es el mismo Partido Liberal agazapado en los años del militarismo y de los golpes de Estado, cuando el verde olivo de los militares se mezclaba con el azul del Partido Nacional. Al final de aquella temporada emergió nuevamente el Partido Liberal abanderando el retorno a la democracia, aun cuando eso representara servilismo a la doctrina de la Seguridad Nacional que implementaba en Centroamérica John Dimitri Negroponte.

UNA IZQUIERDA GRITANDO ¡VIVAS! A DANIEL ORTEGA

La izquierda oficial hondureña -incrustada en el muy “partido” partidito Unificación Democrática- se ha convertido en un apéndice del liberalismo izquierdizante del equipo de Zelaya, tal como la Democracia Cristiana lo ha hecho, actuando parasitariamente con el Partido Nacional. La defensa ciega del ALBA que hace hoy esa izquierda oficial no le permite hacer una lectura de la realidad acorde a los tiempos y a la actual correlación de fuerzas nacional. Colapsada en la lectura de los folletos políticos de los años 80, esta izquierda oficial gritó “vivas” al Presidente nicaragüense Daniel Ortega, como si el tiempo se hubiese detenido en la insurrección popular antisomocista de 1979 o en la cruzada de alfabetización de 1980. Con esta euforia fundamentalista, datos como el pacto de Ortega con el corrupto Arnoldo Alemán, su “conversión” al catolicismo del Cardenal Obando o la violación a su hijastra, no existen para esta izquierda. Y es que para cualquier fundamentalismo, sea religioso o político, la realidad histórica no cuenta o sólo cuenta para ser interpretada “fundamentando” las decisiones tomadas en base a una “fe” que es ceguera religiosa o política. Para esa izquierda oficial, de muy poco valieron las protestas de las organizaciones de mujeres que rechazaban a Ortega. Lo único que importaba era la firma del ALBA. Lo demás -actos de corrupción, alianzas religiosas o violaciones sexuales- no son más que minucias que no podían enturbiar los pasos fundamentales hacia el socialismo…

TEATRO DE NEGOCIACIÓN

Víctimas de la cooptación del gobierno o guiados por la brújula de ese fundamentalismo, varias organizaciones populares movilizaron con fervor a sus grupos sindicales, indígenas, negros, campesinos y políticos al son del “Poder Ciudadano” hacia Tegucigalpa, para estar presentes en la firma del ALBA. Dos semanas antes de la firma, el Presidente Zelaya y su equipo convocaron a la dirigencia del movimiento popular para negociar demandas que a lo largo de los últimos cinco años han sido contenido de movilizaciones de protesta, a las que no prestó ninguna atención ni el gobierno anterior ni tampoco el de Zelaya. Demandas como la derogación de la privatizadora ley de agua potable y la de la privatización de otros servicios y varios temas agrarios, entre otras, llegaron a la mesa de negociación. Con eso, Zelaya quería crear un ambiente de euforia y de respaldo popular en vísperas de la llegada de los presidentes “izquierdistas” de América Latina a Tegucigalpa.

MANIOBRAS PRE-ALBA

El lunes 25 de agosto, la plaza de La Libertad en la capital se llenó de una amalgamada población, que reunió a activistas tradicionales del Partido Liberal y a los más radicales representantes de la siempre incipiente izquierda hondureña. El gobierno dio asueto a unos 200 mil empleados públicos para que acudieran al acto. En los días previos a la firma del ALBA, las maniobras de Zelaya lograron un acuerdo de intereses con el ultraderechista Roberto Micheletti, presidente del Congreso y principal candidato presidencial del Partido Liberal, para que éste apoyara temporalmente la firma del ALBA. Micheletti se había declarado “en desacuerdo” con la adhesión al ALBA y con las políticas de Chávez, pero se prestó a la maniobra y respaldó a Zelaya. Así, ambos unían esfuerzos para impedir que el Vicepresidente de la República, Elvin Santos -principal contrincante de Micheletti- se inscribiera para participar en las elecciones primarias de noviembre, justa de la que saldrán los candidatos oficiales de los partidos para las elecciones generales de noviembre del año 2009. En base a este acuerdo temporal entre Zelaya y Micheletti, en El Progreso -ciudad natal de Micheletti- activistas anticomunistas de oficio convocaban a la gente para que subiera a los buses que el propio Micheletti había pagado. Los llevaban a la capital a aplaudir a los “comunistas” miembros del ALBA, con la comida garantizada.

EL SILENCIO DE LA EMBAJADA

Visto desde Honduras, el acuerdo del ALBA aparece, más que como una propuesta comercial y
cultural, como un teatro ideológico para confrontar las políticas neoliberales. A pesar de esto, en un país donde jamás se ha cuestionado la hegemonía de los intereses políticos y comerciales de Estados Unidos, la firma del ALBA representa una afrenta para esos intereses. La embajada de Estados Unidos no ha abierto la boca. Le basta la voz de los empresarios y políticos criollos que defienden los intereses del “socio del Norte” con fervor “pitiyanqui”, como suele llamarlo Chávez. Mientras en Tegucigalpa se firmaba el ALBA, dos de las televisoras mayores del país -propiedad de uno de los empresarios más adictos al “american way of life”- transmitían la repetición de un partido de fútbol que días atrás habían jugado las selecciones nacionales de Honduras y México. El diario de mayor circulación nacional destacó al día siguiente de la firma del ALBA en sus titulares una más de las habituales “notas rojas”, relegando la noticia de la firma del ALBA a páginas interiores. La embajada americana no necesitó decir una palabra, otras bocas hablaron por ella.

EL ALBA NO SOBREVIVIRÁ

El ingreso al ALBA le ha dado un respiro al enclenque gobierno de Mel Zelaya, pero a quien más reditúa es al gobierno de Chávez, para quien la adhesión de Honduras representa un nuevo avance en su lucha política, económica e ideológica con Estados Unidos. Pero existen razones sólidas para pensar que el ALBA no sobrevivirá a Mel Zelaya. Y es en esa precariedad “meliana” donde se aprecia la demagogia del ALBA hondureña. El propio Presidente Zelaya sabe que el ALBA muere con su administración. Mel Zelaya y los suyos se encajaron en la administración pública con una cuota muy pobre de poder. Y la han ido perdiendo. A pesar de este desgaste, los “principiantes” -como llamó siempre peyorativamente Carlos Flores Facussé, quien tiene las riendas del Partido Liberal, a los del equipo de Zelaya- se emborracharon con mieles de un poder que nunca tuvieron plenamente.

SALDRÁN TRASQUILADOS

La llegada de Zelaya y su equipo a la administración pública les llenó de soberbia, les dio una cierta dosis de prestigio dentro del gobierno formal. Pero en Honduras cualquier gobierno formal, sea del color que sea, depende del gobierno real, el de los grandes empresarios, el de la embajada americana y, en los últimos tiempos, el del crimen organizado. El futuro de este equipo se jugaba en la capacidad que demostraran para abrirse a otros sectores de la sociedad hondureña que no fuesen los políticos tradicionales. Pero los “patricios” se embriagaron muy pronto con los cargos públicos, los micrófonos y las cámaras de televisión. Ahora, abandonados por los políticos tradicionales con quienes se afanaron en quedar bien desde el comienzo, vuelven la mirada al terreno internacional, sacan del baúl sus nostalgias de izquierda y tratan de apoyarse oportunistamente en algunos sectores populares. “Honduras no pidió permiso a ningún imperialismo para entrar al ALBA… Yo no nací para ser esclavo ni para tener amos, ¡porque soy digno! -clamaba Zelaya en la plaza antes de suscribir el ALBA-, y no estaríamos viendo hacia el socialismo del Sur si el sistema de hace cuarenta años hubiese cambiado las estructuras de esta sociedad…” Llegan tarde. Entrar al ALBA es una acción evidentemente desesperada y demagógica. Los márgenes que tienen para dar vida al ALBA son muy escasos. Será un espejismo. Buscarán la “lana” de Chávez y en sólo un año quedarán irremediablemente trasquilados por los políticos tradicionales, de los que siempre conviene estar distanciados.

LUIS JAVIER SANTOS, HUELGUISTA DE HAMBRE

Ocho días después de la firma del ALBA, fue víctima de un atentado Luis Javier Santos, uno de los fiscales que inició la histórica huelga de hambre que conmovió a Honduras en abril y mayo. El crimen vino a poner en su sitio la realidad nacional, una realidad de violencia política y de impunidad institucional que ensombrece cualquier euforia izquierdista coyuntural, como la desatada artificialmente con el teatro de la firma del ALBA. Junto a otros tres compañeros, Luis Javier Santos inició la huelga de hambre como gesto ético contra la corrupción. Estuvo en huelga, junto a las decenas de personas que se les fueron uniendo temporal o prolongadamente, durante 38 días. Él fue el único de todos los huelguistas que se resistió a dejar la huelga de hambre. “No hemos logrado los objetivos”, decía en la tarde del 13 de mayo, cuando ya todos los miembros de la comisión coordinadora de la huelga habían decidido suspenderla el día 14. Lo recuerdo dando sus razones. Decía: “El fiscal general sigue en su puesto, y no tenemos garantía de que el Congreso cumplirá con los acuerdos y decretos que ha aprobado. No podemos levantar la huelga. No podemos salir de aquí derrotados. Si ustedes la suspenden, aquí me quedo yo hasta morir”. “Necio” le llamaron unos compañeros. “Burro” le dijo otro en aquella tarde de decisiones tensionantes. Finalmente, en silencio, Luis Javier, sin estar conforme, asintió con su rostro y respetó la decisión de la mayoría. También él abandonó la huelga.

UN LUCHADOR INCANSABLE

El fiscal Luis Javier Santos tenía sobradas razones para dudar de los compromisos firmados al calor de la huelga de hambre. Es el fiscal que ha llevado las acusaciones más sonadas en la lucha contra la corrupción y en ninguna de ellas contó con el apoyo del Fiscal General de la República y menos con el del sistema judicial. Acusó a un alcalde de Santa Bárbara por malversación de fondos públicos. Dos años atrás, cuando el juicio llegó a su final y durante el veredicto, el alcalde se lanzó con toda su furia a golpearlo. Llevó también la acusación de corrupción contra un alcalde de Tocoa y contra el anterior alcalde de San Pedro Sula, Oscar Kilgore, a quien se acusa de haber malversado más de mil millones de lempiras. Ha llevado cinco demandas contra este personaje y en el momento en que lo balearon llevaba el caso de corrupción del actual alcalde de San Pedro Sula. El anterior es del Partido Nacional y el actual, del Partido Liberal. Por su eficacia y honestidad, el Fiscal General estuvo trasladando a Luis Javier de localidad en localidad. Y a cada sitio que iba enfrentaba con integridad la corrupción de los funcionarios públicos, aún de los más altos. Finalmente, el Fiscal General lo sacó de la Fiscalía contra la Corrupción y lo trasladó a la Fiscalía del Consumidor.

LA PRIMERA VÍCTIMA

Una vez que Luis Javier salió de la huelga de hambre se dedicó con pasión a la construcción del Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia, nacido tras la huelga. Todos los fines de semana lo encontraba en asambleas populares, informando a quienes se reunían de casos concretos de corrupción que involucran a altos funcionarios públicos y a reconocidos políticos y empresarios hondureños. Cada noche, al salir de su trabajo, tenía reuniones de planificación. Con pasión y constancia a convocado a sus compañeros ha entusiasmarse con dar organicidad y estructura a las enormes simpatías que despertó la huelga de hambre. Si Luis Javier no hubiese resultado gravemente herido en el atentado con que intentaron silenciarlo, habría estado el siguiente fin de semana en la gran terminal de San Pedro Sula repartiendo a los viajeros un “trifolio” con la información sobre el Movimiento Amplio y con un garrafón recogiendo colaboración económica para sostener la lucha contra la corrupción. En los días previos al atentado, era el fiscal acusador en el juicio que se libraba en contra de unos médicos de la clínica de mayor prestigio económico de la costa norte por mala praxis médica, la que provocó la muerte de una paciente. Había, pues, sobradas razones para que fuese Luis Javier Santos la primera víctima de este hermoso Movimiento Amplio. Los enemigos de la honestidad y de los pobres no se equivocan al identificar a sus víctimas. De los nueve proyectiles que le dispararon, cuatro penetraron en su cuerpo y le destruyeron un riñón y la vesícula y le perforaron el hígado, la vejiga, los intestinos y un pulmón. Por suerte, sobrevivió, como sin duda sobrevivirá su pasión y su ejemplo por luchar contra la corrupción.

EL PODER TRAS EL TELÓN

El atentado criminal contra el fiscal Luis Javier Santos nos advierte que quienes se han apoderado del Estado hondureño para sus propios intereses no se andan con rodeos y están dispuestos a todo cuando sienten que sus intereses están amenazados. Como es habitual, intentaron vincular el atentado con la delincuencia común. El Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación de los Jesuitas en Honduras y Radio Progreso responsabilizaron al Fiscal General de la República, a los funcionarios y directivos del Congreso Nacional, a las autoridades de la Corte Suprema de Justicia y a los personajes cuestionados y vinculados con actos de corrupción, de ser los responsables del atentado. Y exigieron que se investigue y enjuicie a los responsables materiales e intelectuales del atentado, que se retomen en serio las demandas por las que Luis Javier Santos y sus compañeros fiscales realizaron la huelga de hambre y que se evite, a toda costa, que quienes son responsables de este crimen sigan controlando el Ministerio Público, la Corte Suprema de Justicia y las instituciones vinculadas a la justicia. No hay dónde perderse. Los corruptos están plenamente identificados. No sólo están robando y torciendo las leyes, con el fin de seguir controlando el Ministerio Público y la Corte Suprema de Justicia. También son criminales y sus actos no deben seguir quedando en la impunidad. El ALBA es teatral. Esta violencia y esta impunidad son la realidad cotidiana tras el telón del ALBA.

CORRESPONSAL DE ENVÍO EN HONDURAS

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